EL PERIÓDICO
NARCÍS Prat (Catedrático de Ecología de la Universitat de Barcelona)
Las medidas previstas para evitar futuras crisis sólo bastarán si se frena el crecimiento urbanístico
Las lluvias de otoño y el aumento de reservas en los embalses han hecho olvidar la posibilidad de restricciones en el suministro de agua y la palabra sequía ha desaparecido de los titulares de los periódicos. Pero la garantía, ahora mismo, de agua para consumo humano llega, como muy tarde, a la primavera. Las sequías hidrológicas podrían repetirse en el futuro con más frecuencia por la conjunción de diversos factores: el cambio climático que disminuirá los recursos, el crecimiento de la población por la inmigración y el incremento de los ciudadanos que aumentarán su consumo unitario (por disfrutar de piscinas, campos de golf y jardín con césped).
El reto de los próximos años es cómo hacer frente al suministro de agua para consumo humano con garantía y calidad y al mismo tiempo mantener los ecosistemas acuáticos en buen estado ecológico, como exige la directiva marco de la UE, teniendo siempre en cuenta que habitamos en un clima mediterráneo donde las sequías son habituales. Y este reto hay que ganarlo con una estrategia que pueda calificarse de sostenible, por lo que debe superarse sin nuevos trasvases (ni del Ebro ni del Ródano) e intentando que los actuales (el Ter, el del Ebro a Tarragona) no supongan una esquilmación de los recursos de las cuencas donde se extrae agua.
Otra cosa sería volver al pasado, cuando lo que primaba era la oferta. Ahora para paliar sequías hidrológicas se impone la nueva cultura del agua, el control de la demanda. Para ello es necesario acometer de forma inmediata una serie de acciones que en parte ya están programadas en la estrategia actual de la Agència Catalana de l’Aigua. En síntesis: eficiencia en el uso de las fuentes actuales de agua, control de la demanda, generación de nuevos recursos y cambios en la ordenación del territorio.
LA EFICIENCIA en el uso de los recursos supone especialmente que los acuíferos, grandes olvidados hasta hace poco, sean considerados como la reserva estratégica para los momentos de crisis (como en parte ya ha sucedido en la última sequía). Entre el Llobregat y el Besòs esto puede suponer casi 100 hm3/año, que representan varios meses de consumo de la región metropolitana. Pero para ello se necesitan unas inversiones importantes que están pendientes de ayudas europeas.
Por lo que respecta al control de la demanda, se ha demostrado ya la efectividad de medidas tan sencillas como simples reguladores de la presión de salida de agua de los grifos domésticos. Muchos municipios catalanes han puesto ya manos a la obra, aunque la Administración de la Generalitat no está ayudando suficientemente en este aspecto.
Por otra parte, las nuevas fuentes de recursos son la regeneración de aguas depuradas o la desalación. La primera tiene un potencial enorme para diversos usos, pero hasta el momento poco se ha hecho a la espera de dinero para la realización de los proyectos que hay sobre la mesa (otra vez los fondos europeos). La desalación es un recurso estratégico que debe contribuir a solucionar problemas concretos en áreas determinadas, especialmente de calidad (por ejemplo, en el Baix Llobregat).
La Generalitat calcula que con todas estas acciones se pueden obtener hasta 140 hm3 de recursos adicionales, suficientes para un futuro próximo con la población actual. Pero queda un tema clave, el crecimiento demográfico y la ordenación territorial. El modelo de crecimiento actual es incompatible con una gestión sostenible del agua. No se puede seguir concentrando a la población (sobre todo en la zona de la costa), aumentar el área urbanizada y promocionar el césped y los campos de golf. Si no se cambia el modelo territorial de concentración en áreas con escasez de recursos (por ejemplo, Barcelona), nuestros esfuerzos en eficiencia, control de la demanda o uso de recursos alternativos deberán ser aún más ímprobos para garantizar un suministro de agua de buena calidad.
EN ESTE contexto aparecen de nuevo los cantos de sirena llamándonos a considerar de nuevo la alternativa del trasvase del Ródano, que se nos presenta como la "solución definitiva". Desde luego que lo sería, sería la manera de enterrar definitivamente cualquier desarrollo de una nueva cultura del agua en Catalunya. El trasvase del Ródano es más caro que la desalación
(0,7 euros/m3 frente a 0,5) e implica prácticamente que nos olvidemos de la eficiencia, el control de la demanda y el papel de los recursos no convencionales, ya que sólo es rentable a partir de un trasvase anual de 200
hm3 para un posible déficit a largo plazo de no más de 60 hm3. El trasvase del Ródano supondría volver a la falta de control de la demanda. Lo que necesitamos ahora es un buen plan de gestión, con recursos estratégicos (los
acuíferos) dispuestos para paliar las irregularidades de nuestro clima y olvidarnos para siempre de trasvases y de modelos de gestión del siglo pasado.